Shout Out Louds se formaron a principios de siglo en Estocolmo, a partir de amistades de infancia alargadas en el tiempo. Su primer single salió en 2003, igual que el primer EP. En 2005 le tocó el turno al larga duración de debut, “Howl Howl Gaff Gaff”. A esas alturas giraban ya internacionalmente y se les aclamaba en su país natal. La descarga de energía, las canciones que dan alas, de sonido ultramelódico, todos sus rasgos estaban ahí desde el principio. La fuente, el pop de los sesenta, filtrado, eso sí, por el indie de los ochenta y los noventa, pero sin perder el entusiasmo del original.
Que ese LP inicial fuera un candidato en muchos lugares a mejor disco del año aparecido de la nada no fue casualidad. Luego han caído cuatro más. El penúltimo, “Optica”, salió en febrero de 2013, refrescó ligeramente el calor de su debut -también lo hicieron el segundo y el tercero-, haciendo que su casi salvaje desesperación inicial mantuviese la carga emocional pero ganase en mesura. El resultado los consolidó entre el podio del indie pop europeo y los mostró inspirados, especialmente en esa lección que tan bien han aprendido de The Cure: lograr que incluso sus canciones más felices sepan transmitir acertados pespuntes de melancolía interior.
En septiembre de 2017 llegó el quinto, “Ease My Mind”, que aunque tiene algunos momentos más afilados que su predecesor y también algunos arreglos más exuberantes, mantiene una tónica muy similar a la del (“excelente”, Magnet dixit) “Optica”. Tras un par de singles en 2018 y 2021 (ofreciendo entre ambos cuatro canciones nuevas: “In New Europe”, "Up The Hill", "As Far Away As Possible" y "High As A Kite"), en febrero de 2022 vió la luz su sexto álbum, "House".
