Es una obra icónica de Francisco de Goya, creada entre 1800 y 1801. Esta pintura representa a la familia real española en un momento específico de la historia. En el cuadro, Goya retrata a los miembros de la familia real en un ambiente de intimidad y cercanía, pero también muestra detalles que revelan tensiones y dinámicas internas. El centro de la pintura lo ocupa Carlos IV, el rey de España en ese momento, quien está sentado en un trono junto a su esposa, María Luisa de Parma. A su alrededor se encuentran otros miembros de la familia real, como el príncipe de Asturias (futuro Fernando VII) y las infantas. Goya retrata a los personajes con gran detalle, capturando sus semblantes y expresiones individuales. Este retrato se distingue por la representación detallada de la vestimenta y la ornamentación de la corte, así como por la habilidad de Goya para capturar la psicología de los personajes y sus relaciones familiares. A pesar de la apariencia formal, algunos gestos y expresiones sugieren tensiones o incomodidades entre los miembros de la familia real. Esta obra es una mezcla de retrato oficial y observación íntima, lo que la convierte en una pieza única que ha sido objeto de análisis y discusión a lo largo del tiempo.
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